Ciencias 2, FÍSICA.
El lado oscuro del genio Isaac Newton
Fue
venerado durante su vida, descubrió las leyes de la gravedad y del movimiento,
inventó el cálculo infinitesimal y ayudó a moldear nuestra visión racional del
mundo. Pero su vida personal a menudo estuvo plagada de sentimientos menos
felices.
25
de diciembre de 1642: Sin expectativa de vida
Newton
nació prematuramente en Woolsthorpe, Lincolnshire. Era un bebé pequeñísimo y le
dieron pocas posibilidades de supervivencia. El país en el que nació era caótico
y turbulento. Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La
peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era
inminente.
Pero
la aldea de Woolsthorpe era una comunidad tranquila, a la que casi no había
llegado ni la guerra ni la peste, donde se respetaban los valores puritanos de
la sobriedad, el trabajo duro y la adoración sencilla.
1645:
Un niño solitario que odiaba a su padrastro
El
padre de Newton murió antes de que él naciera. Cuando cumplió tres años, su mamá
lo dejó con su abuela y se casó con un hombre de un pueblo cercano. Esto le
dejó una herida de por vida; se sintió rechazado por su familia. Odiaba a su
padrastro y amenazaba con prenderle fuego a su casa.
En
la escuela, buscó consuelo en los libros. No le interesaba ni la literatura ni
la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a
inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos
precisos.
Su
madre tenía la esperanza de que se dedicara a manejar la granja de la familia,
pero su tío y el director del colegio se dieron cuenta de que Newton estaba
destinado a vivir en la esfera intelectual.
1661:
Un mentor matemático
Newton
se inscribió en el colegio Trinity de la Universidad de Cambridge y ahí encontró
a una figura paterna que lo puso rumbo a importantes descubrimientos.
En
vez de pedirle que estudiara los textos que los otros universitarios leían,
Isaac Barrow -el primer profesor de matemáticas de Cambridge- lo orientó hacia
los grandes problemas matemáticos no resueltos de ese momento, como el Cálculo,
esa manera de describir cómo cambian las cosas.
Esa
materia después sería crucial para explicar el Universo en términos
matemáticos. Newton además se la pasaba buscando nuevos escritos de hombres
como Descartes, quien argumentaba que el Univeso estaba gobernado por leyes
matemáticas.
1665:
Los años productivos de la peste
Cuando
la Universidad de Cambridge cerró debido a la peste, Newton tuvo que volver a
casa. Ese fue el periodo más productivo de su vida. Él siempre había creído que
para llegar al conocimiento verdadero había que observar más que leer libros.
Por ejemplo, en vez de confiar en los textos sobre óptica, experimentó
metiéndose una aguja sin punta en su ojo para ver qué efecto tenía.
Durante
esta época, sentó las bases de sus teorías de cálculo y las leyes del
movimiento que más tarde lo harían famoso. Pero como era por naturaleza
reservado, se guardó sus ideas.
1671:
Espejos para un revolucionario telescopio
Newton
siguió experimentando en su laboratorio, y esa mezcla de teoría y práctica
resultó en muchos tipos de descubrimientos diferentes. Su teoría de la óptica
lo hizo reconsiderar el diseño del telescopio, que hasta entonces era un
instrumento grande y engorroso.
Usando
espejos en lugar de lentes, Newton creó un instrumento más poderoso y 10 veces
más pequeño que los telescopios tradicionales. Cuando la Real Sociedad de
Londres para el Avance de la Ciencia Natural supo del telescopio de Newton, sus
miembros quedaron impresionados. Eso lo animó a contarles sobre lo que
describía como un "experimento crucial" sobre luz y color.
1672:
No toleraba la crítica
La
Real Sociedad era un grupo de élite que se reunía para compartir y criticar el
trabajo de cada uno, y alentó a Newton a hacer lo mismo. Pero las teorías de
Newton sobre la luz no cayeron en gracia: otros miembros de la Real Sociedad no
pudieron reproducir sus resultados, en parte porque Newton describió su
experimento de una manera complicada.
A
Newton a su vez, no le cayeron bien las críticas. Cuando el científico Robert
Hooke cuestionó sus teorías sobre la luz y el color, se ganó un enemigo de por
vida. Newton tenía un temperamento horrible y una convicción inquebrantable de
que estaba en lo correcto. Con su orgullo aporreado, empezó a retirarse de la
vida intelectual.
1679:
Un exilio autoimpuesto
Afligido
por la crítica, Newton se aisló de otros filósofos naturales y se dedicó a
trabajar en cuestiones religiosas y alquímicas. Como su madre estaba
agonizante, volvió a casa y se embarcó en un periodo de estudio solitario.
Lo
absorbió la alquimia, un hermético estudio de la naturaleza de la vida y la
precursora medieval de la química. Hay quienes piensan que esas ideas, aunque
no fueran científicas en el sentido moderno, lo ayudaron a pensar de la manera
radical que le permitió lograr su trabajo más importante, como la teoría de la
fuerza de gravedad.
1684:
El inicio de la rivalidad más profunda
Cuando
el filósofo alemán Gottfried Leibniz publicó un estudio matemático importante empezó
una disputa que duró toda la vida. Leibniz, uno de los más prominentes
filósofos de Europa, se había dedicado a uno de los problemas matemáticos más
complicados: la forma en la que las ecuaciones pueden describir el mundo
físico.
Como
Newton, creó una nueva teoría de cálculo. Sin embargo, Newton reclamó que él
había hecho el mismo trabajo 20 años antes y que Leibniz le había robado sus
ideas. No obstante, el reservado Newton no había publicado su trabajo y tuvo
que recurrir a sus viejas anotaciones para que el mundo pudiera ver lo que
había hecho.
1687:
Principios de la filosofía
Ante
el reto de Robert Hooke de que probara sus teorías sobre las órbitas
planetarias, Newton produjo lo que se considera como la base de la Física que
conocemos. Le tomó dos años escribir la Philosophiæ naturalis principia
mathematica, latín para Principios matemáticos de la filosofía natural.
Era
la culminación de más de 20 años de pensamiento y presentaba su teoría de
cálculo matemático, las tres leyes del movimiento y el primer informe riguroso
de la constante de gravitación universal. Juntas proveían una nueva y
revolucionaria descripción matemática del Universo. Esa obra consolidó su
reputación y contiene mucho de lo que hace que lo recordemos hoy en día.
1689:
De científico a político
Tras
destacar como filósofo natural, lo atrajo una nueva vida como político y
personalidad pública. Como era profundamente religioso, no podía ser
indiferente al hecho de que el rey Jacobo II estaba intentando volver a
convertir a la Universidad de Cambridge al catolicismo.
Luchó
con éxito contra las reformas del rey y fue electo como miembro del Parlamento.
No obstante, tuvo muy poco impacto en la Cámara de los Comunes, y sólo aparece
una vez en las transcripciones de las sesiones: cuando solicitó que cerraran
una ventana.
1693:
Exhausto y desmoronado
A
mediados de 1693, Newton sufrió un colapso mental cuando sospechó que sus
amigos estaban conspirando en su contra. Tras trabajar durante cinco noches
seguidas, sufrió lo que podríamos describir como una crisis nerviosa. Más tarde
le pidió disculpas al filósofo John Locke y al miembro del Parlamento Samuel
Pepys por haber deseado que se murieran.
Pero
a pesar de su frágil salud mental, su reputación se mantuvo intacta y pronto le
ofrecieron un cargo importante.
1696:
Rescata la moneda británica
Como
intendente de la Real Casa de la Moneda, Newton encontró una nueva vocación.
Quiso hacer de la libra británica la moneda más estable del mundo. En el siglo
XVII, las finanzas británicas estaban en crisis. Una de cada 10 monedas era
falsa, y a menudo el metal con el que estaba hecha una moneda valía más que lo
que esta representaba.
Newton
supervisó un enorme proyecto para retirar la moneda circulante e introducir una
más confiable. Metódico como siempre, mantenía una base de datos de
falsificadores, y los sancionaba con una furia puritana. Fue nombrado director
de la Real Casa de la Moneda en 1700 y permaneció en ese cargo por el resto de
su vida.
1703:
Un cargo con la oportunidad de venganza
Newton
fue elegido como presidente de la Real Sociedad. Como la personalidad más
notable de la filosofía natural británica, ya había completado su trabajo más
relevante. Era hora de dedicarse a asegurar su reputación.
Era
un líder imponente, obsesionado con el poder y el prestigio. Aunque siguió
publicando su propio trabajo, también se ocupó de construir y destruir la
reputación de otros. Trató de borrar a Hooke de la historia y se metió en otra
disputa amarga con el astrónomo John Flamsteed publicando su catálogo de las
estrellas sin su consentimiento.
Newton
siguió siendo una figura influyente, rodeado de una nueva generación de
estudiantes que habían crecido con sus ideas.
1712:
Reescribe la historia a su favor
Newton
y Leibniz habían reñido durante años sobre quién había inventado el cálculo
infinitesimal. Pero Newton finalmente encontró la manera de arrebatarle la
victoria a su enemigo intelectual. En 1713 la Real Sociedad formó un comité
para decidir de una vez por todas quién lo había inventado. La conclusión fue
que Newton se le había anticipado a Leibniz por muchos años.
Sin
embargo, el autor secreto del informe de la Real Sociedad no fue otro que el
mismo Newton. Leibniz se negó a aceptar la derrota y la pelea sólo terminó
cuando ambos hombres ya estaban muertos. Hoy en día se acepta que ambos
llegaron al cálculo independientemente, así que no hubo plagio.
1726:
Crea una leyenda
Al
final de su vida, Newton contó una historia que se ha convertido en una de las
leyendas más perdurables en la historia de la ciencia. Mientras cenaba con otro
miembro de la Real Sociedad, William Stukeley, Newton recordó que había estado
sentado debajo de un manzano en la casa de su familia en Woolsthorpe, y que ver
caer una manzana fue lo que lo llevó a pensar en la gravedad.
La
historia también fue relatada por otra gente que conocía a Newton, incluida su
sobrina Catherine, quien lo cuido durante sus últimos años. No obstante, el
mito de que la manzana le había caído en la cabeza a Newton fue un invento
posterior.
20
de marzo de 1727: Muere el genio
Newton
murió a la edad de 84 años y fue enterrado con todos los honores en la Abadía
de Westminster. Como un filósofo natural afamado, era un nuevo tipo de héroe
nacional. Fue él quien sentó las bases de nuestra era científica.
Sus
leyes del movimiento y teoría de la gravedad apuntalan mucho de la física e
ingeniería moderna. No obstante, él creyó que había sido puesto en la Tierra
para descifrar la palabra de Dios, estudiando tanto las Sagradas Escrituras
como el libro de la naturaleza.
Para
él, la teología y las matemáticas eran parte de un proyecto para descubrir un
sistema único del mundo.
Fuente: BBC Mundo. 19 Julio 2015.